viernes, 25 de enero de 2013

"SI NO VEO NO CREO"


 
Uno de los grandes problemas que tenemos es el “Síndrome de  Tomás: “si no veo no creo”.
Es frecuente encontrarte con gente que confiesa abiertamente no creer en nada y considera la fe un lavado de cerebro.
Y con frecuencia montamos discusiones en las que llegamos a sentirnos mal cuando alguien no respeta y califica de estupidez lo que el otro piensa o cree, dando por resultado que haya temas en nuestra vida que no podemos tocarlos con ciertas personas, porque no están dispuestos a escucharlos ni a tolerarlos.
Este diálogo imaginario entre dos bebés gemelos en el vientre de su madre nos puede ayudar a escenificar lo que con mucha frecuencia se va repitiendo cada día con respecto a la fe y a la experiencia espiritual de Dios.
El tema se desarrolla entre dos bebés que se encuentran en el seno de su madre; uno de ellos tacha al otro de facha y retrógrado, mientras él se las da de “progre” y liberal. Ambos se encuentran felices flotando en el vientre de su madre.    
 

P - Tío, ¿Tú crees en ese rollo de la vida después del parto?

F- ¡Pues claro que sí! Yo pienso que tiene haber algo cuando salgamos de aquí después del parto. Yo no sé cómo será, pero me imagino que ahora estamos aquí preparándonos para lo que nos espera en el otro lado

P- ¡Tonterías, todos los fachas sois lo mismo, tío! No entiendo por qué tenéis que pensar en esas cosas, ¿qué sentido tiene el que haya otra vida después del parto? ¿Cómo sería esa vida? ¡Eso es absurdo, tío, eso es un rollo de fachas trasnochados que solo piensan en tonterías!

F- ¡¡Bueno!! eso es lo que dices tú, yo en cambio pienso de otra manera y creo que es posible que haya otra vida diferente a lo que aquí vivimos…

P -Déjate de estupideces y sé práctico, tío. A los fachas os gusta pensar en cuentos de hadas, en paraísos de sueños… ¿Cómo será esa vida que imaginas?

P-¡Pues no sé! Pero yo pienso que ha de haber luz y no oscuridad, estas piernas que tenemos han de servir para algo…¿Por qué no las podemos utilizar para andar y, esta boca, por qué no la podremos utilizar para hablar y para alimentarnos y con estas manos trabajar y fabricarnos nuestros alimentos…? Pienso que es posible, es más me siento feliz nada más pensar que pueda ser así…

F-Estás loco de remate, tío. Eso que dices… ¡Eso es absurdo! ¿Cómo vas a caminar? ¿En dónde? ¿Es que no te das cuenta de las tonterías que estás diciendo? Eso  es imposible. ¿Y comer por la boca? No me hagas reír ¡Pero eso es ridículo! ¿Para qué vas a comer por la boca teniendo el cordón umbilical? Entonces, ¿Para qué queremos el cordón?¡¡Estás rayado, tío!! Yo lo tengo clatro: eso de la vida después del parto es un rollo, un cuento para engañar a la gente ignorante y tenerla cogida. Me produces risa con tus ideas. ¿A dónde iríamos por ahí andando? Tendríamos que tener un cordón umbilical kilométrico…

F- ¡Vale! Puedes tomarme por loco, pero yo creo que debe haber algo y lo veo que es posible. ¿Por qué no puede haber otra forma de vida distinta a la que tenemos aquí? .

P- ¡Jooh, tío! Pero ¿No te das cuenta? ¿Es que ha vuelto alguien del otro lado? Ya lo ves,  nadie ha venido a decir cómo son las cosas ni qué hay después del parto, si fuera tan guay como tú dices ya nos lo hubieran comunicado. Si tenemos suerte, aquí pasaremos 9 meses felices y el parto es el final de la vida, de eso no se escapa nadie, esa es la única verdad. Y, pensándolo despacio, la vida tampoco es gran cosa, siempre en la oscuridad, siempre pensando en alimentarnos, una existencia sin sentido ni ilusión, pues esto no lleva a nada.

F- Bien, yo respeto todo lo que dices y lo que piensas; yo no puedo explicar lo que no sé ni he visto pero prefiero pensar, sentir y esperar que aquí no acaba esto y que lo que yo siento ha de tener una respuesta.

P-¡Lo que yo digo! Eres un soñador, un iluso, un pobre tonto.

F- Yo sueño con encontrarme con mamá

P-¿Con quién?

F- Con mamá. Ella nos quiere, ella nos sonreirá, nos abrazará y nos mimará

P-¿Pero es posible que creas en ese absurdo? ¿Quién es mamá? ¿Dónde está? Si existiera de verdad ¿crees que nos tendría aquí solos, sin dejarse ver, expuestos siempre a que nos ocurra algo? Aquí estamos porque la naturaleza nos trajo y tenemos fecha de caducidad. ¿Dónde está eso que tú llamas mamá?

F- ¿Dónde? ¡Yo siento que ella nos rodea, vivimos en ella, respiramos y nos alimentamos de ella, somos su misma carne, tenemos su misma vida… sin ella, todo esto que nos rodea no existiría. 

P- Tío no sigas, esas tonterías que dices ya me están molestando, eso que dices repugna a la inteligencia y a cualquier mente abierta. Yo no creo en sueños, en tonterías, todo eso que me dices es una tontería, eso no existe. ¡Yo no me lo creo!

F- Bueno, yo no te obligo a que creas, pero déjame que yo exprese lo que siento: a veces, cuando estamos en silencio, yo puedo oírla cantándonos o la siento cómo nos acaricia, cómo pasa su mano sobre nosotros, y nos llama. Incluso siento que tenemos otros hermanos que nos esperan.

P– Mira, corta el rollo, tío, ya me siento molesto, no tolero esas estupideces.
 

            Ahí terminó la conversación, ya que el “bebé progre” se puso molesto y decidió no hablar de estos temas con su hermano.
            Al mes siguiente les llegó la hora del parto y ambos bebés salieron a este mundo y se encontraron con la gran sorpresa de una madre encantadora que los abrazaba, los besaba, un padre que los miraba enternecido y una familia que festejaba jubilosa el nacimiento de aquellos dos niños.
            El bebé “facha” sintió que su esperanza y sus “sueños se habían cumplido y se sintió feliz, mientras que el “bebe progre” se quedó sorprendido y al mismo tiempo avergonzado y arrepentido de todo lo que se había perdido en su antigua vida, pues la había vivido sin encontrarle sentido.