sábado, 1 de marzo de 2014

DIFERENTES PUNTOS DE VISTA


 
Estamos viendo una realidad que ocurre en todos nuestros pueblos y ciudades: en todos nos encontramos un  lugar donde todas las tardes se reúnen los hombres ya mayores y los que están parados y allí hablan de todo y dan sus opiniones; en muchos lugares a este lugar  le llaman “Parlamento”, en otros “lavadero”, en otros “mercadillo” y en alguno he oído que le llaman “gallinero”, de todas formas todos tienen una cosa en común, allí se habla sin orden ni concierto, se critica y se sacan todos los chismes del pueblo,  nadie escucha las razones del otro y nunca se saca nada en claro, pues en todos hay una cosa en común: la voz cantante la lleva siempre el que da más voces, no el que expone con sensatez los argumentos. Esto suele ocurrir también en algunos bares.

         En estos tiempos es muy común escuchar los análisis políticos que hace la gente sobre la realidad: concretamente el otro día en el bar, tres hombres hablaban de la situación que estamos atravesando y cada uno miraba desde un ángulo y defendía su teoría desde su punto de vista político:

         -Uno hablaba de España y decía que aquí no podemos tener miedo a nada, puesto que teníamos “aceite para freír  a todo el mundo” y con la agricultura que tenemos en Almería  nos reímos del mundo, y con nuestras playas que son la envidia del mundo entero… “El miedo nos lo está metiendo la derecha que teme que le quiten el poder”

         -El otro le discutía diciendo que Europa le teme a España “porque tiene universidades en todas las capitales y hay posibilidad de que todos los jóvenes tengan una formación superior a ningún país de Europa y es por eso por lo que Europa le hace la vida imposible…”

         El otro dogmatizaba diciendo que España desde siempre ha sido el país que más hombres sabios había dado al mundo y ponía como ejemplo a Cervantes, a Calderón de la Barca y al cantante Raphael, que es el gran fenómeno admirado por Rusia, pero la izquierda no lo quiere porque lo promocionó Franco…

         Allí se quedaron discutiendo y dando voces arreglando el país y yo, mientras me tomaba el café los escuchaba, me daba risa y sentía pena, porque desgraciadamente así es como arreglamos  nuestra situación; parecido a la discusión de montaron aquellos tres ciegos que,  animados por la propaganda de un circo que llegó al pueblo, uno de ellos fue a observar  del atractivo del circo: un enorme elefante que se dejaba hacer lo que el público quería.

         Subió el ciego al escenario porque quería saber qué era un elefante y lo pusieron delante; el ciego extendió sus manos y le tocó la cabeza con sus enormes orejas y sus dos colmillos que le salía cerca de una boca pequeñita. Quedó impresionado de lo que había conocido y fue a contárselo a sus otros  dos amigos ciegos que les hizo sentir la curiosidad y al día siguiente fueron al circo a palpar ellos el elefante. Cuando llegó el momento, los subieron y a uno lo pusieron a un lado del elefante y al otro en la cola; El que estaba al lado tocó al animal y sintió que la mano se hundía en una piel, le dio unos golpes con el puño y sentía que los pelos se le envolvían entre los dedos. El que estaba detrás se cogió a la cola del animal y comenzó a balancearse con ella.

         Los tres volvieron al día siguiente y empezaron en el “parlamento” a contar a los amigos lo que era un elefante: uno decía que era un árbol del que salían dos ramas y del que colgaban mantas para que se secaran.

         El que se puso al lado y estuvo dándole golpes en la panza decía que un elefante era un enorme tambor cuya piel tenía los pelos hacia afuera.

         El tercero decía que un elefante era una cuerda gruesa y muy fuerte que colgaba de un andamio con una brocha de pintar en la punta que sirve para balancearse y la brocha imaginaba que sería para embadurnarla de pintura y subirla con la cuerda el pintor que estaba sobre el andamio.

         Allí se montó una fuerte bronca y casi llegan a pelearse, pues se insultaban llamándose imbéciles, mientras el resto de gente se reía, hasta que alguien les dijo lo que había pasado: cada uno había tocado una parte de la realidad, pero el elefante entero era otra cosa, pero ni aun así se quedaron convencidos.