viernes, 6 de diciembre de 2013

FACUNDO "El Ricachón" (Melitón Bruque)


Facundo era un hombre bueno del pueblo que había heredado una gran fortuna: un palacio renacentista valorado en un montón de millones; dentro del palacio había obras de arte valiosísimas de los mejores pintores y escultores. En la herencia había recibido también unas fincas enormes que valían muchísimo dinero.

Efectivamente, facundo era el más rico del pueblo, el dueño de aquella gran fortuna, según constaba en los papeles, pero había algunas clausulas que debía cumplir: según establecía la ley,  aquella casa debía servir de albergue para peregrinos y, en el momento en que dejase de ser alojamiento, pasaba a ser patrimonio del estado.

Las fincas que tenía, estaba obligado a entregar lo que producían a instituciones benéficas y el resto a los pobres, él era el administrador de todo aquello y debía rendir cuentas de todo a los donantes; las joyas y las obras de arte que había dentro de la casa, estaban registradas como patrimonio cultural y artístico, con lo que Facundo no podía disponer de ellas para nada, él podía tenerlas en casa y admirarlas, pero de todo aquello debía cuidar esmeradamente.

Todo el mundo lo envidiaba y ponderaba sus riquezas, incluso, cuando alguien tenía una necesidad en el pueblo, todos lo enviaban a Facundo, para que él le diese una mano. Nadie podía imaginar que Facundo, apenas le alcanzaba para comer; nunca pudo permitirse una fiesta o un lujo y todos lo criticaban y lo llamaban ruin, tacaño, egoísta, insolidario... y todos los apelativos imaginables; es más, cuando alguien se le ocurría robarle algo se decía: AQuien roba a un ladrón tiene mil años de perdón@.

Y Facundo fue muriendo de tristeza, de soledad, criticado, incomprendido y destrozado por un peso que le habían puesto sobre sus espaldas, sin haberlo querido ni buscado, pues él siempre soñó con ser libre, con tener una casita pobre, con las puertas abiertas a todo el mundo, sin miedo a que los ladrones pudieran hacer un expolio, donde fuera considerado y sentido como un hermano más que comparte las alegrías y las penas, pero tuvo que reducir su vida a ser el guardián de algo que solo le trajo dolores de cabeza y enfrentamientos constantes con el pueblo