Estos días estamos viendo a los políticos enzarzados en
discusiones que no tienen fin, porque cada uno se cree poseedor de la verdad
absoluta y no está dispuesto a concederle el más míno atisbo de razón al otro;
se trata de sacar adelante sus propios intereses e importa muy poco el bien del
pueblo para el que han sido puestos.
Realmente es un espectáculo lamentable que tiene cansado
ya al pueblo, pues estamos viendo que es
una verdadera tomadura de pelo y se burlan cínicamente de todos ciudadanos.
Esto se parece
a aquella discusión entre sabios que buscaban el estado de perfección absoluta
y cada uno intentaba imponerse sobre los demás alegando sus razones:
Uno
gritaba desde la tribuna, para imponerse sobre los otros, que también gritaban,
porque allí nadie se escuchaba y decía:
-“La
perfección se consigue el momento en que limpiamos el corazón de todos los
deseos que responden a los bajos instintos del hombre, pues esto ciega al ser
humano y pierde el control de su vida”
Otro
gritaba por allá al fondo:
-“Es
imposible llegar a ningún sitio, si es que estamos amarrados a unos intereses
de un partido, de una empresa o de cualquier potencia económica, pues el dinero
llena el corazón de avaricia y amarra nuestras vidas…”
Otro
gritaba desde una esquina insultando a los demás que no lo escuchaban:
-“No
se puede vivir con gente que no es capaz de escuchar ni dialogar tranquilamente
y ver la verdad que puede haber en cada uno, respetando los diferentes puntos
de vista…”
Otro
grupo de un sector de la sala daban voces desautorizando todo lo que allí
pasaba y hablaban entre ellos:
-“Aquí
no queda más solución que alguien establezca unas normas, se impongan unos
principios y se ajuste todo el mundo a ellos; el que no quiera hacerlo, que se
atenga a las consecuencias, porque lo que no se puede permitir es que cada uno
quiera salirse con las suyas y no nos entendamos nadie…”
La
verdad es que todos llevaban un poco de razón.
En
un momento, en el que llegó a convefrtirse la sala en un ruido ensordecedor,
porque nadie se escuchaba y todos
gritaban sin atender lo que los otros decían… de repente se callaron todos y se
hizo un silencio sepulcral que nadie se atrevió a romper durante varios
minutos.
En
ese silencio, se levantó un anciano encorbado y dirigiéndose a la asamb lea dijo:
-“Señores
ilustrados: he estado escuchando a cada uno de los que andaban por ahí gritando
y veo que todos tienen una parte de la verdad, pero me doy cuenta que, todos
creen que tienen la verdad absoluta y están como el que se ha quedado mirando
fijamente al sol y, cuando aparta la mirada, se queda imposibilitado para ver
otra cosa que no sea la luz de “su” sol que lo ha dejado ciego.
El
ser humano tiene luz, pero también tiene sombras, y es en ese contraste donde
descubre la belleza de la vida; si se encuentra cegado por su luz, no puede ver
la belleza que hay en los otros, o si se encuierra en su oscuridad, tampoco
puede ver la luz que hay en los otros. Por eso, el ser humano, para encontrarle
sentido a la vida y poder valorarlo todo en su justo medio, necesita de luces y
de sombras, pues con las luces puede ayudar a construir el mundo y con las
sombras se hace más humano, comprensivo y tolerante.
La
búsqueda de la verdad consiste en aceptarnos a nosotros mismos, en aceptar que
podemos equivocarnos, porque no somos poseedores de toda la verdad y, sobre
todo, en eliminar todos los intereses que se nos presentan, con el sol al que
miramos y nos deja ciegos. Esto supone hacer constantemente un acto de
conversión”
La
asamblea se levantó aplaudiendo y cada uno se fue a su casa poniendo en tela de
juicio, todo lo que se creía saber.
**+**
Cuando vemos el espectáculo diario que nos están
sirviendo nuestros dirigentes, no hago otra que pensar, ¿y no habrá nadie en
este pueblo que sea capaz de pararlos y decirles que dejen de mirar cada uno a
su “sol”, que los tiene ciegos, y se dediquen a mirar al pueblo que cada vez se
hunde más en la sombra?
Pero como esto parece que se ha
puesto de moda, pues si lo hacen los de arriba, ya podemos imaginar lo que
hacen los de abajo; también me pregunto: ¿Qué necesitaremos todos para
detenernos un mopmento y darnos cuenta que, mientras no hagamos todos lo mismo,
esto no nos lleva a ningún sitio? Lo único que haremos es ahondar más las
distancias, afianzar más las divisiones.