Frente a
este espectáculo yo recordaba aquella historia que cuenta Jorge Bucay en su libro “El Camino de la Espiritualidad”
en donde dice que había un país un poco especial: en él no vivían seres humanos
sino “Pozos vivientes”.
Cada uno era distinto, tenía sus
características propias: unos eran cuadrados, otros redondos, unos muy anchos,
otros estrechos; unos hacían diferentes ensanches o adelgazamientos en su
longitud… pero a la vista de todos, se conocían y se distinguían externamente
por el brocal que lucían: unos lo tenían de piedra labrada, otros de ladrillo,
otros de cemento, otros de tierra, otros de piedras preciosas y hasta de oro,
otros de madera… etc. Otros eran simples agujeros pelados que se abrían en la tierra.
La comunicación entre aquellos “habitantes”
tan extraños era de brocal a brocal y
cada uno guardaba sus formas y sus distancias y se relacionaba de acuerdo a su apariencia.
De repente, empezó a cundir la idea de
que la grandeza de las cosas no estaba en la apariencia externa ni en los
trastos inútiles de los que estaba
lleno, sino en la riqueza que había en su interior, en lo más profundo y, por
tanto, debería cuidarse más el interior que la apariencia externa; entonces
comenzaron a llenarse de cosas y muchos que habían entendido mál las cosas,
empezaron a llenarse de trastos inútiles, de joyas valiosísimas, de monedas de
oro y piedras preciosas. Otros, más prácticos, se llenaron de electrodomésticos
y aparatos mecánicos, algunos optaron por el arte y fueron llenándose de
pinturas y pianos de cola y sofisticadas pinturas postmodernas. Finalmente, los
intelectuales, se llenaron de libros, y revistas especializadas… y cada uno
presumia de todos los cachivaches que tenía dentro , aunque no servían para
nada, pero todo el afán era apoderarse y llenarse de cosas, hasta el punto que ya no tenían espacio dónde
ponerlas y, mientras los más delgados se conformaban con lo que tenían, los
anchos y espaciosos agrandaban más su volumen para guardar más cosas.
Entre todo aquel afán por acumular
cosas, alguien se le ocurrió pensar que ¿Para qué quería todo aquello, pues
solo le daba quebraderos de cabeza y comenzó a introducirse más en su interior,
sin preocuparse de acaparar más cosas y, cual fue su sorpresa, cuando vió que
en lo más profundo, empezó a aparecer agua; era algo que jamás había visto ni
soñado.
El hallazgo fue tan lindo que dejó de
procuparse por las cosas y empezó a sacarlas fuera a disfrutar y a jugar con el
agua que había encontrado y que iba
humedeciendo todo el pozo y cambiando su fisonomía, hasta el punto que, el agua
empezó a salir por el brocal y a regar los alrededores y empezaron a florecer
las semillas que había esparcidas y a cubrirse de un manto verde, que cambió
todo el exterior del pozo, a quien todos comenzaron a llamar con el apodo de “El Vergel” y nacieron árboles a su alrededor que se hicieron grandes y
fuertes y se llenaron de pájaros y todos se preguntaban cómo había ocurrido
aquel milagro
AEl Vergel@ respondía: No es
ningún milagro, se trata de la vida que tenemos en nuestro interior,
simplemente hay que buscarla.
Muchos quisieron seguir el ejemplo del
Vergel, pero, desechaban la idea cuando
se daban cuenta que para ahondar en su
interior tenían que vaciarse de
todo lo que almacenaban dentro. Como estaban tan amarrados a las cosas que
habían almacenado, no eran capaces de prescindir de ellas y prefirieron seguir
acumulando cosas, antes que deshacerse de ellas.
En la otra punta de la ciudad, otro
pozo, se animó y decidió correr el riesgo del vacío...Y empezó a profundizar...
Y también llegó al agua...
Y ocurrió lo mismo que en el primero y
se creó un segundo oasis verde en el pueblo...
Los pozos
vecinos le preguntaban: Y cuando se te acabe el agua y no tengas nada ¿qué harás? ¿No pensarás
venir luego a pedirnos que te prestemos las cosas que has desechado?
- No sé lo que haré- contestaba-. Lo
único que estoy dándome cuenta ahora es que , cuanta más agua saco, más agua
hay y más feliz me siento.
Pasado un poco de tiempo, ambos pozos se
dieron cuenta que el agua que ambos tenían era la misma, ambos estaban bebiendo
de un río subterraneo que pasaba a una gran profundidad, con lo que ambos
empezaban a tener una comunicación distinta, mucho más rica y profunda y no
solo podían comunicarse de brocal a brocal, superficialmente, sino que tenían
un nuevo punto de contacto mucho más rico.
AEs la forma de comunicación profunda que solo consiguen
entre sí, aquellos que tienen el coraje de despojarse de cosas y contenidos
vacíos y buscar en lo profundo de su ser toda la riqueza que tienen para dar...@ Es el
deseo y el gran objetivo de toda pareja que se encuentra, se confiesa amor y se
anima a formular un proyecto de futuro: desprenderse de lo inútil y vació y
llegar al encuentro en la profundidad del ser. Esa es la clave del éxito y el
gran milagro de la vida.