Hace unos días tuvimos que suspender una reunión que
venía anunciando durante dos semanas, y cuando llegó el momento, asomaron dos
personas de las 20 que debían venir ¿Qué ocurrió? Nadie se había enterado de la
hora, a pesar de haberlo dicho en público y tenerlo escrito en la puerta del
local donde nos teníamos que reunir.
Cuando nos encontramos, en
la segunda convocatoria, todos coincidíamos en que nadie había puesto atención
el momento en que se dijo; cada uno estaba en su historia y después se habían
olvidado. Tuvimos que proponernos escribir una carta y enviarla por correo cada
vez que se convocara, pues la experiencia nos da que, siempre que se da la
noticia a viva voz, hay un gran porcentaje que no se entera.
Y es que el problema
estriba en la poca atención que
prestamos a la palabra de los demás; antes de que acaben una frase ya sabemos
lo que quieren y por qué hablan; antes de que hablen ya nos conocemos y damos
por hecho que no vale la pena lo que nos van a decir.
Lógicamente, como no nos
enteramos, deformamos las ideas y a la hora de transmitir el mensaje quitamos,
ponemos, cambiamos y el mensaje llega completamente deformado.
Puede servirnos de ejemplo
esto que se cuenta como una historia
para reír, pero en realidad, es eso lo que producen nuestras actitudes:
risa:
Se cuenta que en un cuartel el coronel encarga al comandante que dé la
siguiente orden:
«Mañana a las nueve y media habrá un eclipse de Sol,
hecho que no ocurre todos los días, que formen los soldados en el patio, en
traje de campaña, para presenciar el fenómeno. Yo les daré las explicaciones
necesarias. En caso de que llueva, que formen en el gimnasio».
EL COMANDANTE
pasa el encargo al CAPITÁN:
«Por orden del señor coronel, mañana a las nueve y media
habrá un eclipse de Sol, según el señor coronel, si llueve no se verá nada al
aire libre, entonces en traje de campaña el eclipse tendrá lugar en el
gimnasio, hecho que no ocurre todos los días. El dará las órdenes oportunas».
EL CAPITÁN da la
orden al TENIENTE:
«Por orden del señor coronel, mañana a las nueve y media
en traje de campaña inauguración del eclipse de Sol en el gimnasio. El señor
coronel dará las órdenes oportunas de si debe llover, hecho que no ocurre todos
los días. Si hace buen tiempo y no llueve, el eclipse tendrá lugar en el patio»
EL TENIENTE
encarga al SARGENTO:
«Mañana a las nueve y media, por orden del señor coronel
lloverá en el patio del cuartel. El señor coronel en traje de campaña dará las
órdenes en el gimnasio para que el eclipse se celebre en el patio».
EL SARGENTO
ordena al CABO:
«Mañana a las nueve y media, tendrá lugar el eclipse del
señor coronel en traje de campaña por efecto del Sol. Si llueve en el gimnasio,
hecho que no ocurre todos los días, se saldrá al patio».
EL CABO al
final le dice a los SOLDADOS:
«Mañana, a eso de las nueve y media, parece ser que el
Sol en traje de campaña eclipsará al señor coronel en el gimnasio, lástima que
esto no ocurra todos los días».
El problema se agrava aún
más cuando ya, no solo cambiamos el mensaje, sino que, además metemos cosas de
nuestra cosecha, y lo que transmitimos es nuestra interpretación de los hechos
o de lo dicho, con lo que al final se monta un chisme que, dependiendo de su
gravedad puede hacer un daño enorme.
Volvemos a reafirmar lo
importante que es para la vida el
aprender a escuchar, a hablar, a ser fieles a la verdad. Esta es una asignatura
que toda la humanidad tiene pendiente y que no deberíamos dejar que alguien
pasara por la vida sin haberla aprobado.